Nunca he sido una persona que se
caracterice por tomar decisiones de manera rápida e incluso que dichas
decisiones sean las correctas. Siempre me ha costado adaptarme a los cambios, a
veces he obrado por pura inconsciencia y el resultado no ha sido todo lo
deseado que fue en un primer momento. De los errores también se aprende que
suelen decir, así que no me malinterpretéis que no soy persona de lamentarse de
lo que ha hecho en su vida. Hoy de nuevo estoy reflexionando (serán los
domingos que me hace estar pensativa), y a pesar de siempre haber sabido qué
hacer en esta ocasión me cuesta más hacerlo. Entonces pienso en ellos y el
miedo me paraliza, como dije hace unos días vía Instagram,
casi un año después estoy cerca de dejarles volar, de presentarlos "en
sociedad" y permitir que otros se enamoren de su historia tanto como lo
hice yo y sus lectoras cero. Cada vez más cerca de dar ese salto de fe,
lanzarme esperando que la red aparezca y sea lo suficientemente fuerte para
sujetarnos. Salir de la zona de comfort, arriesgando sin tener la certeza de
ganar.
Lo que más me gusta de las personas
que hablan conmigo sobre si echarles a volar o no, es que todos coinciden en lo
que reza en la foto. Así que siento que cada vez estoy más cerca de saber cuál
será finalmente su destino, quizá lo haga bien y sea lo correcto, quizá me
equivoque y mi decisión no sea la que debiera ser. Ante todo estoy muy
orgullosa de que antes de llegar al mundo hayan enamorado ya a tantos lectores.
Estoy muy orgullosa de ellos. En breve seguro que sabré qué debo hacer, cuándo
menos me lo espere la solución aparecerá y la tomaré consciente y segura de que
será lo que realmente me hará feliz.
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